sábado, 9 de abril de 2011

Formas complejas de asociación. (Revista Rufián)

Una corta conversación con el líder del Sindicato de Trabajadores Informales de Colombia deja ver cómo más de la mitad de los ciudadanos colombianos en capacidad de trabajar, aprovechan el pequeño espacio vacío que dejan las normativas jurídicas para sobrevivir de manera informal.



Las políticas culturales en Colombia están cambiando, tomando nuevos rumbos que tratan de responder a dinámicas sociales, políticas, y económicas del día a día. En el campo del arte específicamente, desde hace algunos años se habla de “prácticas artísticas” cuyo principal componente son las prácticas asociativas; un ejemplo de esto son las artes que se han denominado “artes relacionales”, las cuales han derivado en políticas públicas para incentivar el surgimiento de Pequeñas Industrias Culturales a nivel nacional.

En mi caso (artista colombiano) no tengo un contrato laboral estable, por tanto no tengo seguridad social, no pago una pensión y mis vínculos con el sector productivo de la sociedad son mínimos. Trabajo de la mano de amigos, expongo y gestiono en el ámbito de lo “alternativo”, y mi principal fuente de ingresos es bajo una forma “independiente” a través de contratos esporádicos de prestación de servicios a diferentes instituciones del sector público y privado.

Como un gran número de personas suelo preguntarme acerca de mi inserción en esta economía de mercado; entre las posibilidades que tengo está la formalización de mis iniciativas, ajustándome a la idea de consolidar una Pequeña Industria Cultural. Mientras tanto, la incertidumbre promedio me llevó a descubrir otra iniciativa “alternativa”, una forma de asociación que casi parece absurda: un sindicato de trabajadores conformado por desempleados, el Sindicato de Trabajadores Informales de Colombia. Establecí contacto con el líder de éste, Pedro Luis Ramírez Barbosa, quien frente a mi interés, en una entrevista en una tienda de un sector popular de Bogotá comentó:

Pedro Ramírez (P): “(…) A través de la actividad organizativa del sector informal y en particular con los vendedores ambulantes, aunque no solamente con ellos, nosotros hemos querido plantearle a las teorías políticas, al sindicalismo, a la opinión pública, un aspecto que es muy importante respecto a lo que ha venido modificándose en el mundo del trabajo (…) Se cree que lo que está pasando, el crecimiento desmesurado de la informalidad y el desempleo, obedece a una crisis transitoria y que entonces lo que hay que hacer es volver a meter en los cánones de la formalidad ya conocida, a una amplia cantidad de población.
Entonces hay un grave y complejo problema social en el que el tema de la informalidad es el aspecto que más se muestra en esta situación. Decirle al país y a las políticas públicas que tienen que pensar de manera distinta un problema que tiene una serie de componentes nuevos, que son de largo plazo, y no un problema coyuntural, es algo complicado. Eso es lo que hemos tratado de hacer. Con el caso de los vendedores ambulantes se hizo un proceso organizativo alrededor de la crítica a la política de recuperación del espacio público y su uso, para que no fuese sólo para movilidad o contemplación, (…) se planteó un -uso democrático- del espacio público para incorporar el derecho al trabajo.

La Corte Constitucional nos dio la razón en el año 99 y lo volvió a hacer en el año 2003, pero la Corte Constitucional se ha pronunciado alrededor de cuarenta, cuarenta y cinco veces sobre el tema diciendo lo mismo, que a los vendedores ambulantes se les tiene que dar una alternativa. Los programas que se inventan desde el gobierno sin consultar esas condiciones, pretenden, con recetas de funcionarios públicos con algún conocimiento en economía, darles a individuos que ellos llaman unidades productivas, cierto apoyo que generalmente cae en un vacío. Aquí tenemos una discusión, pero en general lo que se está tratando de hacer es mejorar las condiciones de apoyo del Estado hacia esta población; el hecho es que los vendedores ambulantes, el moto-taxismo, el bici-taxismo, toda una serie de alternativas de la gente para buscar recursos, lo que está haciendo es mostrar una situación de falta de generación de empleo, de desplazamiento a causa de la violencia en los campos, de rezago productivo, etc. Pero esta gente al juntarse, está generándole, en conjunto, un problema social explosivo a la sociedad colombiana.

Eso es lo que nosotros planteamos, el por qué de la informalidad en el marco del sindicalismo, que es organizativamente lo más desarrollado de los trabajadores, lo más maduro, lo que tiene más experiencia.”

Frey Español (F): ¿Cuándo surgió el Sindicato de Trabajadores Informales?

P: “El sindicato surgió hace dos años mediante un proceso de unidad en las organizaciones. Porque es que los Colombianos tenemos un gran problema, somos un territorio social muy fragmentado, es decir, todos tenemos una idea de cuál va ser nuestro programa de gobierno para ser presidente de la República, todos queremos una organización aparte, todos queremos ser presidentes. Entonces en el sector informal, en el de las ventas no más, hacia el año 99 habían más de trescientas organizaciones; en lo que era antiguamente el sector de San Victorino (Bogotá) habían organizaciones que tenían un nombre y que estaban registradas, pero éstas eran un grupo familiar o eran una cuadra de vecinos. Esa fragmentación, desde el punto de vista de la inversión pública y desde el punto de vista de la capacidad de hacer y tener fuerza para mostrarle a la sociedad, es ridículo.

Hicimos el ejercicio en Bogotá, apoyados por la administración de Luis Eduardo Garzón, de construir unos comités de vendedores en las 19 localidades de la ciudad y después, vía elección popular y acompañados por los organismos de personería, conformamos una organización a nivel Distrital con una participación la primera vez de diez mil personas, después de veinticinco mil, y así ha venido creciendo. Después encontramos un ejercicio similar en Medellín, un proceso real donde la gente está participando, así como procesos con moto-taxistas en la costa, así que buscamos unirlos. Porque otro problema que tenemos es que desde el punto de vista de la ley, cualquier grupo de 25 personas puede formar un sindicato y empezar a tener un estatus legal que le permite hacer diligencias frente a entidades públicas así no represente nada. Tú tienes, desde el punto de vista formal, gente que incluso cuenta con Personería Jurídica, que hacen cosas ante las autoridades, pero que se convierten es en un problema a la hora de negociar cualquier cosa con esas mismas autoridades porque terminan siendo representantes de una persona, no de un colectivo, y no están sometidos al procedimiento interno de discutir las cosas, sino que ellos van haciendo lo que a bien tienen, sin responderle a nadie. Eso sucede sólo aquí en Colombia. En Estados Unidos para que usted pueda formar un sindicato tiene que demostrar que tiene el apoyo de más del 50 por ciento de un gremio. Aquí es una recocha, un chiste.

F: ¿Cuántos asociados tiene el Sindicato?

P: “En este momento, contando “a vuelo de pájaro” ya que acaba de ingresar un número de 7000 moto-taxistas, estamos hablando de cerca de 25.000 compañeros. Eso tiene asustada a la Central (Central Unitaria de Trabajadores, CUT), pero bueno…”

F: ¿Asustada la Central?

P: “Sí, porque en Colombia el sindicalismo es muy pequeño, sólo el 4% de los trabajadores está agremiado. De la población de doce millones de trabajadores en Colombia, de los cuatro millones que son trabajadores formales, el total de trabajadores afiliados que tiene la Central son alrededor de quinientos mil, eso es poco. De los Sindicatos que configuran la Central el más grande es FECODE que tiene doscientos mil profesores agremiados.
Ese proceso de sacar de nómina y sólo hacer contratos individuales está acabando con el sindicalismo. El sindicalismo formal está montado sobre el contrato a término indefinido y el contrato a término indefinido va perdiendo terreno, entonces, cuando digo que están asustados lo digo porque son informales y tienen una complejidad muy grande como por ejemplo la recaudación de las afiliaciones. El último congreso de La Central tuvo que determinar una especie de circunscripción especial porque nuestra manera de conseguir los recursos no es la misma. Hoy está un vendedor aquí y de pronto mañana se va para Pereira; son poblaciones flotantes, fluctuantes. Por otro lado su manera de reaccionar no es la misma, es decir, tú tienes un sindicato formal entonces hay un procedimiento de negociación a lo largo del año, aquí no; por ejemplo los vendedores reaccionan cuando vienen los operativos policiales, entonces se reúne una gran cantidad de ellos y cuando deja de molestar la policía no se vuelve a reunir.

F: ¿El principal objetivo que se planteó el sindicato fue la democratización del espacio público?

P: Logramos introducir en la política pública el concepto del uso democrático del espacio público. Alrededor de ese concepto planteamos una serie de alternativas de solución, de las cuales algunas se aplican como queremos y otras no. Son problemas de negociación.
Ahora el desafío no es sólo buscar ese tipo de cosas, sino mirar el tema en conjunto de lo que es el trabajo informal en el marco de lo que he hablado, que es una realidad creciente, que no va ser coyuntural, que es un problema de largo plazo y complejo. Descifrar ese camino de organización para que se puedan encontrar caminos de inclusión económica es una labor que necesita de un equipo, un equipo de gente que piense y se ponga al servicio de una causa que obviamente no es fácil.

Antier leí un titular en el periódico Portafolio, un artículo de una asesora del Banco Mundial que se titula algo así como La informalidad, el principal problema de América Latina[1]. Ni siquiera dice que es el desempleo, porque ya el desempleo no tiene solución, vamos a tener desempleados siempre, pero dice que miremos la informalidad, que la miremos y tratemos de meterla de alguna forma en los cánones formales a ver si no nos causa el grave problema que nos causa. Aquí la sociedad se está volviendo una sociedad bipolar, unos son de los que viven en la ciudad, en barrios protegidos, asegurados, y otros los de los barrios pobres. Lo mismo es el mundo laboral, el mundo de la gente que tiene cómo insertarse y otros los que no, que cada vez son más, que tienden a ser observados como siempre hemos sido observados los pobres, como un problema que está asociado a la delincuencia, a las enfermedades, a todos los problemas de salud pública y de seguridad.

Desde este punto de vista hay que montar políticas para que no se salga de control esto y que así no se vuelva una amenaza, pero el gobierno nacional no está pensando realmente en darle una solución. Ellos están manejando cifras que les permitan vivir en paz, es decir que están aceptando cosas horrorosas. Dicen que tenemos que convivir con niveles altos de desempleo, con tazas de homicidio que no se salgan de tal rango, como que está bien que sean diez mil muertos pero no diez mil quinientos. Y así, mientras van tratando de hacer justificable lo injustificable, la gente va adquiriendo una conciencia de que el ser humano es absolutamente desechable; que si no quieres ser desechable tienes que romperte para ser competitivo, productivo, etcétera. No hay oportunidades para la inmensa mayoría y estoy seguro que esto se va convertir en un infierno como muestran las películas futuristas tipo Mad Max: un escenario de tribus urbanas armadas hasta los dientes disputándose el territorio, algo muy similar a lo que está sucediendo en Medellín. ¿Y de qué se nutren estas tribus? De muchachos y muchachas que están dispuestos a vivir, como dicen ellos mismos, “ocho días como un rey y no cincuenta como una monja”.

F: ¿Qué dijeron los comerciantes formales frente a la política de Democratización del Espacio Público?

P: “La Cámara de Comercio y los comerciantes formales, dijeron ah sí, ¡listo!, entonces dénoslo a nosotros que nosotros sí sabemos sacar beneficio económico del espacio público; la Corte Constitucional lo que está diciendo es que el Estado está obligado a hacer acciones afirmativas en poblaciones vulnerables, que en este caso están en el espacio público por falta de oportunidades. Las políticas van orientadas es a eso. Lo otro que se ganó fue algo de respeto, pues los abusos eran tenaces, de frente, decomisando y maltratando. La Corte se pronunció también frente a eso pues a la gente no la pueden maltratar ni le pueden decomisar su mercancía por el hecho de ser vendedores ambulantes. A usted le pueden decomisar cosas que sean ilegales, como armas, drogas o algo así, pero no su material de trabajo como se hizo costumbre en el periodo de los alcaldes Enrique Peñalosa y Antanas Mockus.”

F: ¿En la actualidad esas prácticas de decomiso no se siguen dando?

P: “No tan seguido, eso se ha logrado controlar. Hay una serie de problemas con la herencia que nos dejaron en este tema esos alcaldes; ellos dejaron una cosa que se llama Zonas Recuperadas, espacios donde habían casetas y kioscos que fueron quitados.”

F: Por ejemplo, La plaza de San Victorino…

P: “Sí, en la Plaza de San Victorino en teoría no deben haber vendedores ambulantes, los policías están autorizados a sacarlos. Ese tema lo hemos tratado de manejar proponiendo un uso regulado del espacio. Que sean zonas recuperadas pero no zonas vedadas. Sin embargo los sectores que odian a los trabajadores informales, así como muchos ciudadanos que viven en medio del miedo por todo lo que pasa en este país, buscan “chivos expiatorios” en nuestra tragedia. Entonces normalmente la opinión sobre este tema es: “no, es que hay mucho desorden” entonces para que haya algo de orden “al menos que saquen a esos vendedores”, o “no, es que hay mucho vago”, la gente piensa que la gente no trabaja porque es vaga. Todo ese tipo de situaciones generadas por la psicología colectiva, por la psicología social, son manipuladas muy bien por medios de comunicación que en ciertas circunstancias crean un enemigo en quién focalizar toda la angustia de la gente por la situación de incertidumbre en la que todos vivimos.”

F: ¿Esos “usos regulados” cómo operan? Yo estuve en diciembre caminando en San Victorino por una de estas “zonas recuperadas” y me sorprendió que ni siquiera se pudiera caminar.

P: “Sí, así es, la realidad pesa más que cualquier cosa.”





[1]Artículo en línea http://www.portafolio.com.co/noticias/coyuntura/informalidad-el-mayor-problema-laboral