sábado, 19 de noviembre de 2011

El baile y el chisme como estética en las comunidades negras de ocupación de Apartadó *

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La situación cultural de los niños y jóvenes de la comunidad afrodescendiente de los barrios Obrero, La Chinita y las diferentes Comunas de Apartadó es particularmente difícil. La mayoría de ellos pertenecen a familias que llegaron a la zona en busca de una oportunidad económica de subsistencia; por desplazamiento forzado a causa de diferentes tipos de violencia. Las familias abrieron un espacio entre zonas inundables y monocultivos de banano, se radicaron allí, crearon sus residencias en cambuches, crearon una pseudo-urbanización y luchando frente a las adversidades, con el apoyo de grupos armados como el EPL (Ejercito Popular de Liberación) y grupos políticos como el EPL (Esperanza, Paz y Libertad) se la jugaron con las coyunturas sociales y allí se fuerón estableciendo, invadiendo propiedad privada, con todas las adversidades crearon barrios (barrio obrero, barrio policarpa salabarrieta, entre los que recuerdo). Hoy estos barrios componen lo que algunos llaman la ocupación más grande de latinoámerica(1), cuyos habitantes están en un proceso de arraigamiento y superación de su condición de marginalidad.










Lo que he percibido, es que hay un fuerte impulso por sobreponerse a la violencia tradicional, una especie de instinto de supervivencia que les hace condenar de forma tajante la presencia de grupos armados en su comunidad. Frente a la inminencia del alistamiento de jóvenes en estos grupos, se han creado iniciativas realmente admirables (Mambrú no fue a la guerra). No obstante la violencia en el lenguaje es inherente a su condición; son comunidades pacíficas que manejan expresiones de violencia verbal, trasgresión corporal y agresividad en su vida cotidiana.

Acá valdría la pena recordar, la discusión sobre la capacidad de creación de los individuos en circunstancias adversas, esta discusión se ha llevado a cabo en diferentes contextos acerca de la necesidad de ciertos mínimos de confort y calidad de vida para la creación, enfrentada a la idea de un creador que se sobrepone a una vida difícil y que precisamente crea como una forma legítima de resistencia; como una condición, un ejemplo tradicional es Karl Marx. Por otro lado, Jaques Rancière se refiere a una idea de “la libertad del juego (que es el arte) opuesta a la servidumbre del trabajo”(2) y pone el siguiente ejemplo: “Incluso Voltaire lo reconocía: las personas vulgares no tienen los mismos sentidos que las personas refinadas . El poder de las élites residía entonces en la educación de los sentidos frente a los sentidos sin refinar, en la actividad frente a la pasividad, en la inteligencia frente a la opinión”(3).

En este contexto las comunidades negras de ocupación en Apartadó, en medio de las difíciles situaciones que deben enfrentar a diario, exteriorizan sus vivencias de acuerdo a sus posibilidades, a su educación y la disposición que tienen para ello. En éste escrito me referiré a dos manifestaciones culturales propias de las comunidades negras de ocupación en Apartadó: el baile y el chisme.


I. El baile

Es resultado de una idea fundamental, el cuerpo es la herramienta básica de expresión y de creación. En este caso esa idea también responde a la carencia de otras herramientas para la creación, en términos prácticos, es más facíl acceder a la danza que las otras disciplinas creativas, ya que las otras requieren materiales y conocimientos específicos sobre el manejo de ciertos instrumentos o herramientas, lo que las hace más excluyentes.

El cuerpo y la danza, temáticas que aparecen en el currículo de arte para diferentes grados en los colegios del municipio, deben repensarse. Pero antes, me referiré a un ejemplo que considero similar y, debo confesarlo, inspiró éste escrito: el documental “Rize”, dirigido por el francés David Lachapelle nos muestra un fenómeno cultural surgido desde las comunidades de negros que viven en ghettos en California, en algunas partes del documental, ellos, los protagonistas del documental, se refieren a su práctica como “un arte auténtico y originario”. Estas comunidades han desarrollado una forma de bailar y lo que es mejor, un campo específico de este arte, denominado “battle zone” que es un encuentro de pequeñas mafias del entretenimiento y animación de fiestas caseras dentro del ghetto. Estas “battle zones” son un ejemplo de cómo los jóvenes que viven en un contexto adverso, toman una opción de vida tendiente a la cultura y se ganan el sustento en empresas de servicios de entretenimiento a la comunidad. Esto es un ideal, ya que un joven empieza a ser reconocido en su comunidad por su participación cultural y no por su participación en actividades delictivas.

En Apartadó he podido trabajar con la comunidad en una de las pocas organizaciones semiprivadas dedicadas a la cultura y el entretenimiento en el municipio: Camaleón de Urabá. Allí, como en muchas iniciativas culturales de nuestro país, las cosas se hacen de puras ganas, los recursos aparecen de obra y gracia del espíritu santo y los artistas se alimentan de aplausos y ovaciones. Estos artistas son jóvenes, quienes sin ningún tipo de formación, algunos de ellos con un bachillerato abandonado, se aplican con disciplina a sus juegos de cuerpo, de acrobacias, de voz, de tambores, de pintura corporal, de zancos y clarinetes. Éstos jóvenes responden a las indicaciones de su directora, quién los conduce hacia el teatro tradicional de la puesta en escena dramática, mientras ellos, en los espacios entre uno y otro ensayo, cantan rap, reggaetón, trovas paisas, bailan el perreo y “hechan caspa” (chisme).

En el colegio, los profesores luchan para que, entre las propuestas culturales que surgen desde los alumnos, haya algo que no sea rap, reggaetón y perreo. Una de las experiencias más ricas que tuve como profesor, fue precisamente de la mano de Camaleón de Urabá, cuando después de gritos y sesiones de ensayos que parecían batallas campales, en los que tuve que luchar con el habitual desorden y descontrol de los estudiantes y con una fuerte presión sumada a la motivación del reconocimiento público se logro organizar grupos de teatro que presentarían la “maratón de teatro del San Pedro Claver”.

La experiencia de uno de los grupos, a pesar de todo exitosa, fue singular, se presentó la puesta en escena al público, quién la recibió con cierta indiferencia, en los minutos finales una joven estudiante/actriz, Kelly Álvarez(4), se me acercó y me propuso hacer una improvisación en la escena final “para darle más fuerza al trabajo”; me dijo que le pusiera una música que rápidamente me pasó en una memoria USB. La escena final estaba por acabarse, el público bostezaba, yo puse la música que resulto ser un reggaetón y ella salió a escena e hizo una demostración corporal, que no era novedosa, que más bien es ya tradicional entre estudiantes. Lo único raro fue que esta vez ella lo hacía sola, en una tarima del auditorio más prestigioso del municipio y con un público expectante que respondió sin condescendencia por aquello que nosotros buscábamos, esa tal “formación de públicos”, los asistentes se levantaron de sus sillas, algunos de ellos se pararon en las mismas y empezaron con gritos y chiflidos a demostrar su aprobación; su cultura. La intervención siguió su curso por algunos minutos y frente al miedo de perder el control del proceso pedagógico y que nuestro pseudo auditorio fuera a convertirse en una plaza de mercado en ruinas, se le bajo paulatinamente el volumen al reggaetón y la euforia y la bailarina fueron mermando su improvisación paulatinamente, al mismo tiempo que la desorganización se ahogaba (y la aburrida organización sobrevivió).



II. El Chisme

En el segundo caso, el chisme, práctica condenada institucionalmente; entendida como perjudicial para la convivencia, pero que también se ejerce de forma implícita en diferentes dimensiones de la vida cotidiana de las personas, que con a través de rumores desafían a las representaciones dominantes y permiten movilizar a la comunidad, como articulación política, en la lucha por el reconocimiento de derechos culturales y territoriales(5).

Experiencias como el baile improvisado de Kelly Álvarez me han confirmado algo que ya se percibe de forma evidente en el diario vivir de los habitantes de la comuna, la existencia de una práctica creativa espontánea, que debido a la educación institucionalizada como política de penetración cultural foránea (hay que seguir los lineamoentos de MEN que a su vez obedece del LTC), tiende a invisibilizarse. Por ejemplo, en el municipio los jóvenes producen su propia música remezclando canciones de diferentes procedencias. Dicha música es distribuida de mano en mano, como el chisme que recorre toda la zona bananera en unas horas de boca en boca, ya se sabe quién ganará las elecciones, por quién hay que votar, quién será el próximo Secretario de Educación, etc.

Esa música auto-producida que se socializa como un chisme, se hace institución en algunos eventos como los torneos de porrismo que se celebran en el coliseo del municipio. Lastimosamente, ni los colegios, ni las instituciones gubernamentales como Secretaría de Educación y Cultura apoyan estas prácticas. Al contrario, se les niega la posibilidad a sus integrantes de participar a nombre de las instituciones en dichos eventos. Se debe admitir entonces que la institución censura y que manifestaciones culturales como esta, están, por ahora, alentando la idea de un arte al margen; un arte de los marginados.

El papel de los profesores en este proceso es fundamental, se debe alentar la creación de un arte integrador, es decir, un arte que responda a las necesidades de la comunidad, como son identidad, reconocimiento, arraigo. Como ya sabemos, estas prácticas toman forma desde una tradición de violencia y como es de esperarse, manejan un lenguaje agresivo y avasallador. Es menester iluminar estas prácticas, criticando y analizando dicho lenguaje violento, para primero entenderlo, así valorarlo como una catarsis de la violencia factible, convirtiéndola en un lenguaje a investigar para poder plantear una “zona de guerra” sin muertos, ni víctimas.

Lastimosamente, el lenguaje violento, desordenado y descontrolado, entendido como una manifestación cultural, corresponde a vicios como el malgasto en los recursos públicos, la corrupción, la imposición por la fuerza de una autoridad ilegítima y demás problemas sociales y políticos. Por lo anterior, considero necesario, que además de reconocer dichos lenguajes violentos, debemos criticarlos, es decir, estar en disposición de transformarlos -no suprimirlos o reemplazarlos-, para que del desorden y el descontrol, provenientes tal vez, del ejercicio catártico original, abra paso a una disciplina. Finalmente, la esperanza de valorar esta riqueza espontánea (bruta), va encaminada a transformarla en un arte, entendido éste como una disciplina lo suficientemente profunda y ética, para que por sí misma exija un público crítico, participativo y respetuoso.

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* Este texto resultó después de un proceso de 8 meses (marzo-noviembre) viviendo en está comunidad, trabajando como profesor de arte en un colegio público de la comuna. Institución Educativa San Pedro Claver, Apartadó, Barrio Obrero, Departamento de Antioquia, Colombia.

1. Avendaño, Maryluz. Urabá, una historia de invasión de la tierra. Bogotá: El Espectador, 10 Mayo 2011. En línea http://www.elespectador.com/impreso/nacional/articulo-268820-uraba-una-historia-de-invasion-de-tierra

2. Rancière, Jacques. Sobre políticas estéticas. Barcelona: Museo de Arte Contemporáneo; Universidad Autónoma de Barcelona, 2005. pág. 9.

3. Íbid , pág.10

4. Estudiante del grado 7B del IE San Pedro Claver, Apartadó.

5. Oslender, Ulrich. “discursos ocultos de resistencia: Tradición oral y cultura política en comunidades negras de la costa pacífica colombiana”, Bogotá: Revista Colombiana de Antropología, Volumen 39, enero-diciembre 2003, pp. 203-235

domingo, 16 de octubre de 2011

Aprendió menos

(Texto escrito para la clase de Tradición oral, V semestre, Licenciatura en Lengua Castellana, Uniminuto)




"qué tal que nos acordáramos de todo lo que nos enseñaron en el bachillerato."

Estanislao Zuleta, Sobre la Lectura, 1982














"Cuando era niño salía de paseo con mis papis a la finca” (típico cuento de clase media bogotana en los 90s) fuera de la selva de concreto, tomábamos carretera hasta el pueblo de los ancestros, todavía anclado en el pasado agrícola de violencia bipartidista, café y frutas. Un día recorrí con mi abuelo el pueblo, fue una experiencia significativa a propósito de éste tema (tradición oral). Recuerdo que:

Salimos de la casona, la contemplamos desde el frente. La casona estaba pintada (él la había pintado) de forma muy extraña, como un cuadro abstracto de Kandinsky o Klee. El viejo me contó sobre la creación del pueblo, luego habló de la construcción de la catedral, el abuelo llegó a decir que él mismo había hecho el diseño y colaborado personalmente en la construcción del campanario de la catedral (después revisé la historia escrita del pueblo y era mentira).

Escuché con mucha atención a todo lo que él tenía para decir, trataba de no interpelar para no hacer perder el hilo del discurso del abuelo. Después de un par de horas de historias el viejo cerró su monólogo y preguntó “¿aprendió menos?”.

Para ese momento, yo era un jovencito de 15 años aproximadamente, estaba comenzando a leer sobre arte moderno, me interesaba entender esa cosa tan extraña que era “arte”. Toda esa parafernalia de aprobación, desaprobación, culto y alabanza a las llamadas “obras de arte” que estaban en los museos. Por supuesto había oído nombrar a Picasso, un hombre que era reconocido como uno de los artistas más audaces de la historia. ¡Uf!, con esa sentencia: “uno de los artistas más audaces de la historia” fui a la enciclopedia y busqué el tomo de la “P”, quería saber qué era lo que hacía Picasso para ser tan famoso y estimado. La enciclopedia no solucionó nada.

Conseguí un libro que se titulaba “entender el arte – cubismo”, creí que era algo muy complejo, que no podía entender, así que lo leí con mucho cuidado, despacito para no perder el sentido; des-pa-ci-to para que no se perdiera la más mínima significación. Al final saqué mi conclusión: puras patrañas. Aunque una tendencia democrática a aceptar la diferencia o una inseguridad juvenil que todavía albergo, me obligaba a reparar en cada libro que mencionaba la palabra “arte”.

Por esos días, al frente del colegio, de forma inusual, se instaló entre los múltiples vendedores de cachivaches y dulces empalagosos, un librero. Tenía entre sus productos un pequeño libro titulado “La necesidad del arte” (de Ernst Fischer. Después me enteré que es algo así como teoría marxista del arte). Allí se refería a los primeros dibujos hechos por el hombre en las paredes de unas cavernas (Altamira y Lascaux) y su supuesto uso mágico. En una parte de ese libro se mencionaba a Picasso, en el libro decía lo que yo ya sabía, pero que no había dicho a nadie: “cualquiera puede pintar como Picasso, hasta un niño puede hacerlo”, solo que él, Picasso era un genio y los otros no.

Él, Picasso, había desaprendido su oficio como pintor, había logrado ser el artista rigurosamente académico (paso por la etapa azul, verde, amarilla, rosada, fucsia, etc.), pero a pesar de todo eso sus cuadros no lo satisfacían, así que se dio cuenta que todo lo que había aprendido no le servía de nada y quiso desaprender todo lo que ya había aprendido. No era tan sencillo como simplemente olvidarlo todo entonces se dedicó con mucha rigurosidad a desaprender. Todas las cosas que sus maestros de escuela le habían enseñado, las hizo, pero al revés. Le dijeron que los buenos cuadros eran los que mostraban elegantes escenas de la alta sociedad europea y él no, prefirió inspirarse en fotos y máscaras traídas por expedicionarios e investigadores que hacían viajes a lugares, para ese entonces considerados exóticos (África). Le dijeron que los colores se mezclaban de una forma y él no, utilizaba cartones viejos, recortes de periódicos y papeles de colores en sus cuadros. En una entrevista un periodista le preguntó que si él pintaba como un niño, a lo que él respondió que quisiera desaprender a pintar, hasta llegar a hacerlo como lo hace un niño. Que el simplemente quería pintar con la misma libertad con la que un niño pinta.

Entonces al fin pude entender algo que me hacía valorar de forma distinta todas esas piltrafas de cuadros pintados por ese tal Picasso. Entendí que así como él se esforzó por desaprender a ser un artista de la academia tradicional, yo debía esforzarme por desaprender a ser un espectador tradicional, una persona que mira de forma convencional; es decir, que debía desaprender a mirarlo todo si quería realmente ver algo nuevo en el mundo.

Cuando leí aquello y entendí esto otro, me acordé de la pregunta de mi abuelo “¿aprendió menos?”. Mi única respuesta es el desconcierto. No sé si aprendí más. ¿más de qué?, ¿de lo qué sabía antes? Entonces el aprendizaje es una suma y yo soy una caja, un contenedor que se llena de conocimiento, o ¿aprendió menos? -Es una resta-, como que la caja o contenedor se le hace un hueco por debajo, por dónde se sale lo que en ella se puso: el conocimiento.

El conocimiento esta lleno de restas, ya que no es absoluto, se reconstruye y se reválida con una velocidad acelerada, por ejemplo las personas antes pensaban que:
- (En la edad media) el cuerpo humano era una máquina hecha por Dios y que había una piedra adentro de él, que podía ser extraída y que esa era la piedra de la locura.
- (Antes de Copérnico) el mundo era plano, no esférico, que nuestro planeta era el centro del universo.
- (En el siglo XVI) las míticas Amazonas vivían en un río en el nuevo continente, acompañadas de sirenas, de hombres sin cabeza y de peligrosos caníbales.
- (Hasta el siglo XIX, muchos de nuestros paisanos) el hombre de tierra caliente era más perezoso que el de tierra fría.
- (En la colonia) los negros e indígenas eran razas inferiores, al igual que (en la segunda guerra mundial los nazis creían que) los judíos eran de una raza inferior.
- (En la inquisición) las brujas estaban entre los hombres y mujeres, y que se debían identificar y exterminar.
- (Antes de Einstein) era absolutamente imposible viajar en el tiempo o clonar a un ser humano.

La humanidad tuvo que desaprender todas esas cosas, pero todavía quedan muchas cosas por desaprender, por ejemplo:
- El modelo económico neoliberal ha demostrado ser un desastre, pero seguimos viviendo en él y firmando TLCs.
- La coca no es “la mata que mata” pero seguimos prohibiéndola.
- Si queremos castigar el consumo de algún producto (cocaína) o servicio (prostitución), con objetivos de mejoramiento social, debemos castigar al consumidor, pero seguimos castigando al productor.
- Si queremos exterminar la violencia debemos resistirnos a la misma, pero seguimos provocando guerras y participando de las mismas.
- Sabemos que hay fuentes de energía que no son renovables y si altamente contaminantes -los derivados del petróleo-, pero seguimos consumiéndolos.
- Sabemos que las fumigaciones con Glifosato afectan drásticamente la fertilidad del suelo, pero seguimos fumigando.

En fin, entre tanta cosa que mi abuelo dijo ese día en el entorno rural, se refirió a la "Madremonte”, me dijo que era una historia tradicional que comparten muchos pueblos del mundo, que según su experiencia, se trata de un invento de campesinos supersticiosos, gente ignorante que frente al miedo que sentían por ciertos fenómenos naturales para ellos inexplicables, buscaban un chivo expiatorio: una mujer que castigaba al intruso que abusaba de los recursos naturales. Igual sucedía con las mujeres del pueblo que resultaban embarazadas sin tener marido o novio, en este caso lo llamaban “Mohan” u “Hombre Caimán”; con los borrachos que amanecían golpeados era porque se habían encontrado en la mitad del camino a su casa con “La Patasola” o “La Llorona” pero que gracias a su valentía, habían sobrevivido y ahora tenían una historia que contar...

Mi abuelo no solamente me hablaba a mi, ocasionalmente, en la finca, le hablaba a las vacas también. ¿Habrán aprendido menos las vacas?

sábado, 20 de agosto de 2011

Práctica de agotamiento (empañar)

Propuesta para el espacio “La vitrina” de Cali, Colombia.


Buscando en internet “empañamiento” (m. Pérdida de claridad, brillo o transparencia) la mayoría de resultados buscan soluciones a éste fenómeno como un problema simple en la vida cotidiana, por ejemplo, en las madrugadas el vidrio del automóvil se empaña y no se puede ver nada, luego utiliza tal o cual producto aditivo anti-empañante o también se establecen varios secretos para evitar ese fenómeno que nos interrumpe la visión: que limpiar por dentro con el producto A, dejar secar y aplicar por fuera el producto B; que prender la calefacción; que bajar las ventanas; que aplicar papa sobre el cristal, etc.

El colectivo Autoart propone propiciar este fenómeno problemático: ¿cuál es el secreto para empañar una situación? De esta manera pretendemos estimular un cambio de observación y también evidenciar una relación crítica entre el adentro y afuera del espacio de exhibición.

El proyecto “prácticas de agotamiento” es un mal-gasto de energía encaminado a entorpecer las formas de ver, con el objetivo de crear un clima adecuado y las condiciones favorables para obligarnos a ver diferente.




sábado, 9 de abril de 2011

Formas complejas de asociación. (Revista Rufián)

Una corta conversación con el líder del Sindicato de Trabajadores Informales de Colombia deja ver cómo más de la mitad de los ciudadanos colombianos en capacidad de trabajar, aprovechan el pequeño espacio vacío que dejan las normativas jurídicas para sobrevivir de manera informal.



Las políticas culturales en Colombia están cambiando, tomando nuevos rumbos que tratan de responder a dinámicas sociales, políticas, y económicas del día a día. En el campo del arte específicamente, desde hace algunos años se habla de “prácticas artísticas” cuyo principal componente son las prácticas asociativas; un ejemplo de esto son las artes que se han denominado “artes relacionales”, las cuales han derivado en políticas públicas para incentivar el surgimiento de Pequeñas Industrias Culturales a nivel nacional.

En mi caso (artista colombiano) no tengo un contrato laboral estable, por tanto no tengo seguridad social, no pago una pensión y mis vínculos con el sector productivo de la sociedad son mínimos. Trabajo de la mano de amigos, expongo y gestiono en el ámbito de lo “alternativo”, y mi principal fuente de ingresos es bajo una forma “independiente” a través de contratos esporádicos de prestación de servicios a diferentes instituciones del sector público y privado.

Como un gran número de personas suelo preguntarme acerca de mi inserción en esta economía de mercado; entre las posibilidades que tengo está la formalización de mis iniciativas, ajustándome a la idea de consolidar una Pequeña Industria Cultural. Mientras tanto, la incertidumbre promedio me llevó a descubrir otra iniciativa “alternativa”, una forma de asociación que casi parece absurda: un sindicato de trabajadores conformado por desempleados, el Sindicato de Trabajadores Informales de Colombia. Establecí contacto con el líder de éste, Pedro Luis Ramírez Barbosa, quien frente a mi interés, en una entrevista en una tienda de un sector popular de Bogotá comentó:

Pedro Ramírez (P): “(…) A través de la actividad organizativa del sector informal y en particular con los vendedores ambulantes, aunque no solamente con ellos, nosotros hemos querido plantearle a las teorías políticas, al sindicalismo, a la opinión pública, un aspecto que es muy importante respecto a lo que ha venido modificándose en el mundo del trabajo (…) Se cree que lo que está pasando, el crecimiento desmesurado de la informalidad y el desempleo, obedece a una crisis transitoria y que entonces lo que hay que hacer es volver a meter en los cánones de la formalidad ya conocida, a una amplia cantidad de población.
Entonces hay un grave y complejo problema social en el que el tema de la informalidad es el aspecto que más se muestra en esta situación. Decirle al país y a las políticas públicas que tienen que pensar de manera distinta un problema que tiene una serie de componentes nuevos, que son de largo plazo, y no un problema coyuntural, es algo complicado. Eso es lo que hemos tratado de hacer. Con el caso de los vendedores ambulantes se hizo un proceso organizativo alrededor de la crítica a la política de recuperación del espacio público y su uso, para que no fuese sólo para movilidad o contemplación, (…) se planteó un -uso democrático- del espacio público para incorporar el derecho al trabajo.

La Corte Constitucional nos dio la razón en el año 99 y lo volvió a hacer en el año 2003, pero la Corte Constitucional se ha pronunciado alrededor de cuarenta, cuarenta y cinco veces sobre el tema diciendo lo mismo, que a los vendedores ambulantes se les tiene que dar una alternativa. Los programas que se inventan desde el gobierno sin consultar esas condiciones, pretenden, con recetas de funcionarios públicos con algún conocimiento en economía, darles a individuos que ellos llaman unidades productivas, cierto apoyo que generalmente cae en un vacío. Aquí tenemos una discusión, pero en general lo que se está tratando de hacer es mejorar las condiciones de apoyo del Estado hacia esta población; el hecho es que los vendedores ambulantes, el moto-taxismo, el bici-taxismo, toda una serie de alternativas de la gente para buscar recursos, lo que está haciendo es mostrar una situación de falta de generación de empleo, de desplazamiento a causa de la violencia en los campos, de rezago productivo, etc. Pero esta gente al juntarse, está generándole, en conjunto, un problema social explosivo a la sociedad colombiana.

Eso es lo que nosotros planteamos, el por qué de la informalidad en el marco del sindicalismo, que es organizativamente lo más desarrollado de los trabajadores, lo más maduro, lo que tiene más experiencia.”

Frey Español (F): ¿Cuándo surgió el Sindicato de Trabajadores Informales?

P: “El sindicato surgió hace dos años mediante un proceso de unidad en las organizaciones. Porque es que los Colombianos tenemos un gran problema, somos un territorio social muy fragmentado, es decir, todos tenemos una idea de cuál va ser nuestro programa de gobierno para ser presidente de la República, todos queremos una organización aparte, todos queremos ser presidentes. Entonces en el sector informal, en el de las ventas no más, hacia el año 99 habían más de trescientas organizaciones; en lo que era antiguamente el sector de San Victorino (Bogotá) habían organizaciones que tenían un nombre y que estaban registradas, pero éstas eran un grupo familiar o eran una cuadra de vecinos. Esa fragmentación, desde el punto de vista de la inversión pública y desde el punto de vista de la capacidad de hacer y tener fuerza para mostrarle a la sociedad, es ridículo.

Hicimos el ejercicio en Bogotá, apoyados por la administración de Luis Eduardo Garzón, de construir unos comités de vendedores en las 19 localidades de la ciudad y después, vía elección popular y acompañados por los organismos de personería, conformamos una organización a nivel Distrital con una participación la primera vez de diez mil personas, después de veinticinco mil, y así ha venido creciendo. Después encontramos un ejercicio similar en Medellín, un proceso real donde la gente está participando, así como procesos con moto-taxistas en la costa, así que buscamos unirlos. Porque otro problema que tenemos es que desde el punto de vista de la ley, cualquier grupo de 25 personas puede formar un sindicato y empezar a tener un estatus legal que le permite hacer diligencias frente a entidades públicas así no represente nada. Tú tienes, desde el punto de vista formal, gente que incluso cuenta con Personería Jurídica, que hacen cosas ante las autoridades, pero que se convierten es en un problema a la hora de negociar cualquier cosa con esas mismas autoridades porque terminan siendo representantes de una persona, no de un colectivo, y no están sometidos al procedimiento interno de discutir las cosas, sino que ellos van haciendo lo que a bien tienen, sin responderle a nadie. Eso sucede sólo aquí en Colombia. En Estados Unidos para que usted pueda formar un sindicato tiene que demostrar que tiene el apoyo de más del 50 por ciento de un gremio. Aquí es una recocha, un chiste.

F: ¿Cuántos asociados tiene el Sindicato?

P: “En este momento, contando “a vuelo de pájaro” ya que acaba de ingresar un número de 7000 moto-taxistas, estamos hablando de cerca de 25.000 compañeros. Eso tiene asustada a la Central (Central Unitaria de Trabajadores, CUT), pero bueno…”

F: ¿Asustada la Central?

P: “Sí, porque en Colombia el sindicalismo es muy pequeño, sólo el 4% de los trabajadores está agremiado. De la población de doce millones de trabajadores en Colombia, de los cuatro millones que son trabajadores formales, el total de trabajadores afiliados que tiene la Central son alrededor de quinientos mil, eso es poco. De los Sindicatos que configuran la Central el más grande es FECODE que tiene doscientos mil profesores agremiados.
Ese proceso de sacar de nómina y sólo hacer contratos individuales está acabando con el sindicalismo. El sindicalismo formal está montado sobre el contrato a término indefinido y el contrato a término indefinido va perdiendo terreno, entonces, cuando digo que están asustados lo digo porque son informales y tienen una complejidad muy grande como por ejemplo la recaudación de las afiliaciones. El último congreso de La Central tuvo que determinar una especie de circunscripción especial porque nuestra manera de conseguir los recursos no es la misma. Hoy está un vendedor aquí y de pronto mañana se va para Pereira; son poblaciones flotantes, fluctuantes. Por otro lado su manera de reaccionar no es la misma, es decir, tú tienes un sindicato formal entonces hay un procedimiento de negociación a lo largo del año, aquí no; por ejemplo los vendedores reaccionan cuando vienen los operativos policiales, entonces se reúne una gran cantidad de ellos y cuando deja de molestar la policía no se vuelve a reunir.

F: ¿El principal objetivo que se planteó el sindicato fue la democratización del espacio público?

P: Logramos introducir en la política pública el concepto del uso democrático del espacio público. Alrededor de ese concepto planteamos una serie de alternativas de solución, de las cuales algunas se aplican como queremos y otras no. Son problemas de negociación.
Ahora el desafío no es sólo buscar ese tipo de cosas, sino mirar el tema en conjunto de lo que es el trabajo informal en el marco de lo que he hablado, que es una realidad creciente, que no va ser coyuntural, que es un problema de largo plazo y complejo. Descifrar ese camino de organización para que se puedan encontrar caminos de inclusión económica es una labor que necesita de un equipo, un equipo de gente que piense y se ponga al servicio de una causa que obviamente no es fácil.

Antier leí un titular en el periódico Portafolio, un artículo de una asesora del Banco Mundial que se titula algo así como La informalidad, el principal problema de América Latina[1]. Ni siquiera dice que es el desempleo, porque ya el desempleo no tiene solución, vamos a tener desempleados siempre, pero dice que miremos la informalidad, que la miremos y tratemos de meterla de alguna forma en los cánones formales a ver si no nos causa el grave problema que nos causa. Aquí la sociedad se está volviendo una sociedad bipolar, unos son de los que viven en la ciudad, en barrios protegidos, asegurados, y otros los de los barrios pobres. Lo mismo es el mundo laboral, el mundo de la gente que tiene cómo insertarse y otros los que no, que cada vez son más, que tienden a ser observados como siempre hemos sido observados los pobres, como un problema que está asociado a la delincuencia, a las enfermedades, a todos los problemas de salud pública y de seguridad.

Desde este punto de vista hay que montar políticas para que no se salga de control esto y que así no se vuelva una amenaza, pero el gobierno nacional no está pensando realmente en darle una solución. Ellos están manejando cifras que les permitan vivir en paz, es decir que están aceptando cosas horrorosas. Dicen que tenemos que convivir con niveles altos de desempleo, con tazas de homicidio que no se salgan de tal rango, como que está bien que sean diez mil muertos pero no diez mil quinientos. Y así, mientras van tratando de hacer justificable lo injustificable, la gente va adquiriendo una conciencia de que el ser humano es absolutamente desechable; que si no quieres ser desechable tienes que romperte para ser competitivo, productivo, etcétera. No hay oportunidades para la inmensa mayoría y estoy seguro que esto se va convertir en un infierno como muestran las películas futuristas tipo Mad Max: un escenario de tribus urbanas armadas hasta los dientes disputándose el territorio, algo muy similar a lo que está sucediendo en Medellín. ¿Y de qué se nutren estas tribus? De muchachos y muchachas que están dispuestos a vivir, como dicen ellos mismos, “ocho días como un rey y no cincuenta como una monja”.

F: ¿Qué dijeron los comerciantes formales frente a la política de Democratización del Espacio Público?

P: “La Cámara de Comercio y los comerciantes formales, dijeron ah sí, ¡listo!, entonces dénoslo a nosotros que nosotros sí sabemos sacar beneficio económico del espacio público; la Corte Constitucional lo que está diciendo es que el Estado está obligado a hacer acciones afirmativas en poblaciones vulnerables, que en este caso están en el espacio público por falta de oportunidades. Las políticas van orientadas es a eso. Lo otro que se ganó fue algo de respeto, pues los abusos eran tenaces, de frente, decomisando y maltratando. La Corte se pronunció también frente a eso pues a la gente no la pueden maltratar ni le pueden decomisar su mercancía por el hecho de ser vendedores ambulantes. A usted le pueden decomisar cosas que sean ilegales, como armas, drogas o algo así, pero no su material de trabajo como se hizo costumbre en el periodo de los alcaldes Enrique Peñalosa y Antanas Mockus.”

F: ¿En la actualidad esas prácticas de decomiso no se siguen dando?

P: “No tan seguido, eso se ha logrado controlar. Hay una serie de problemas con la herencia que nos dejaron en este tema esos alcaldes; ellos dejaron una cosa que se llama Zonas Recuperadas, espacios donde habían casetas y kioscos que fueron quitados.”

F: Por ejemplo, La plaza de San Victorino…

P: “Sí, en la Plaza de San Victorino en teoría no deben haber vendedores ambulantes, los policías están autorizados a sacarlos. Ese tema lo hemos tratado de manejar proponiendo un uso regulado del espacio. Que sean zonas recuperadas pero no zonas vedadas. Sin embargo los sectores que odian a los trabajadores informales, así como muchos ciudadanos que viven en medio del miedo por todo lo que pasa en este país, buscan “chivos expiatorios” en nuestra tragedia. Entonces normalmente la opinión sobre este tema es: “no, es que hay mucho desorden” entonces para que haya algo de orden “al menos que saquen a esos vendedores”, o “no, es que hay mucho vago”, la gente piensa que la gente no trabaja porque es vaga. Todo ese tipo de situaciones generadas por la psicología colectiva, por la psicología social, son manipuladas muy bien por medios de comunicación que en ciertas circunstancias crean un enemigo en quién focalizar toda la angustia de la gente por la situación de incertidumbre en la que todos vivimos.”

F: ¿Esos “usos regulados” cómo operan? Yo estuve en diciembre caminando en San Victorino por una de estas “zonas recuperadas” y me sorprendió que ni siquiera se pudiera caminar.

P: “Sí, así es, la realidad pesa más que cualquier cosa.”





[1]Artículo en línea http://www.portafolio.com.co/noticias/coyuntura/informalidad-el-mayor-problema-laboral