La cooperativa, salón regional de artistas, zona centro
El parqueadero, Museo de arte del Banco de la República
El parqueadero, Museo de arte del Banco de la República
Eisenstein
se hizo famoso con una película promovida desde la institucionalidad
revolucionaria del socialismo ruso (el acorazado de Potemkim), un grupo de artistas decide retomar un
fragmento de dicha película, el más recordado fragmento, la apoteósica caída de
la población civil frente al ejercito zarista que les dispara. Ahora estos
artistas retoman esta secuencia y la ponen de paralelo con la experimentación
sonora de la caída en cascada de 5000 cascabeles; es como una mezcla de
ingredientes dispares, como aguacate con leche o chile con chocolate. Y ¿para
qué?, ¿revolución rusa? simplemente la búsqueda de nuevos sabores.
Algunas
cosas han pasado, por ejemplo, las escaleras de Odessa propuestas para el
re-make: las escaleras de salida de una sala de conciertos, no fueron
prestadas, es como si a Eisenstein le hubieran marginado de su famosa locación
y él obsesionado con ésta, hubiera planteado grabar la secuencia allí mismo,
sin permiso, a escondidas, ya no como una actuación dramática, sino como un
simulacro de evacuación.
Eisenstein
realiza la filmación, para lo cual pacta con un grupo de actores amigos,
desatar la acción en aquellas escaleras sin previo aviso. Llegan al lugar
varios técnicos y camarógrafos que camuflados asumen registrar con sus aparatos
los planos previamente asignados, las cámaras deben ser cubiertas y manipuladas
lo menos posible para no levantar sospechas, es así que se descartan recursos
valiosos como los travelings y planos
cerrados.
Seguidamente
los actores se encuentran en el punto acordado y de improvisto empiezan a
descender la escalera, en cascadas sucesivas y esporádicas van cayendo, uno
tras otro, hasta el último que se arrastra para escapar de los disparos de
aquella fuerza coercitiva que les retiene.
Al
final algunos actores son detenidos, pero inmediatamente son dejados libres.
Uno de los técnicos es descubierto y se le decomisa la cámara, que finalmente
le será devuelta. Nadie es procesado, uno a uno se alejan de la locación, todo
el equipo se reencuentra momentos después a algunas cuadras del lugar, alegres celebran
su victoria mientras Eisenstein afirma preocupado que la verdadera lucha esta
por comenzar[1], ya
que sin haber registrado travelings impecables, ni planos cerrados de gestos singulares, conseguir la narrativa de la epopeya
revolucionaria, será, según su fórmula, casi imposible.
Nuestro
Eisenstein, en cambio, ha conseguido un registro general de planos abiertos, a
veces desenfocados, a veces entrecortados, que sin más muestran el pánico, la
coerción y el impulso revolucionario de la acción/simulacro. Lo que ha
conseguido es sustituir la temporalidad apoteósica de la propaganda, su acción
de registro es ahora la pura realidad, es decir, el presente en evidencia.
[1] “Como Eisenstein no
se cansaba de repetir, el montaje tiene que proceder por alternancias,
conflictos, resoluciones, resonancias; en suma, toda una actividad de selección
y coordinación, para dar al tiempo su verdadera
dimensión y al todo su consistencia. Esta posición de
principio implica que la propia imagen-movimiento esté en presente, única y
exclusivamente. Incluso, parece una evidencia que el presente es el único
tiempo directo de la imagen cinematográfica.” Gilles Deleuze,
La imagen-tiempo, Estudios sobre cine 2.
1 comentario:
Próximamente la gran Premiere del montaje (con el fantasma de Einsenstein). En El Parqueadero del Banco de la República.
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